lunes, 16 de septiembre de 2013

Elecciones 2013: Las reglas del juego y la alternativa


La enorme mole de listas colectoras para los estamentos a diputados provinciales habla de la consolidación del sistema electoral ideado por el gobernador hace un par de años, sistema que garantiza la preeminencia de la mayoría del PJ en la cámara de diputados, oculta detrás de la diversidad de los llamados partidos departamentales.

La decisión de la mayoría de las fuerzas políticas provinciales y nacionales de aceptación de las reglas del juego legitima el armado hecho por Beder Herrera para supuestamente democratizar la cámara, anulando la mazista Ley de Lemas.

Desde la oposición radical y desde algunas fuerzas del campo popular la aceptación de las colectoras parece suplirse armando la mayor cantidad de listas posibles para contrarrestar las casi diez bederistas, solo en Capital.

El sistema de colectoras está pensado desde la lógica del poder, razón por la cual, a pesar de que la oposición radical fraccionada junto a bloques unipersonales, posean representación, siempre terminaron jugando a favor del bloque justicialista. Decenas de partidos departamentales que no son otra cosa que ramas del tronco peronista simulan un juego donde el más grande se fracciona para dar la ilusión de diversidad democrática. Para finalmente, obtenida la representación, actuar como un solo bloque.

El mal humor social puede jugar en contra esta vez, pero en número y estructura las colectoras bederistas triplican en número a las restantes.

Las candidaturas testimoniales son otra forma de estafar la representación democrática al mismo tiempo que contribuyen a la estrategia de perpetuidad de dirigentes y familias en el poder. La carencia de una renovación dirigencial en la militancia justicialista, corrompida por el mal manejo turbio de la cosa pública, el oportunismo y la falta de ideales hace que viejos personeros y guardianes del poder tengan que afrontar candidaturas que ocultan generalmente acuerdos políticos entre dirigentes, devolución de favores y manejos de la democracia partidaria de espaldas a sus propios afiliados y militantes.

De todos modos la lógica de este sistema electoral es armar una cámara de diputados con participación de la oposición nucleada en los distintos sectores de la UCR, fraccionada y seguramente funcional a las leyes estructurales de funcionamiento de la provincia. Esquema que deja afuera a las minorías que no integran el bipartidismo o que por necesidad de visibilizarse  u oportunismo se adosan a las colectoras de los grandes partidos tradicionales en calidad de socios menores.

Otra desventaja para la alternativa eleccionaria es la estructura electoral de la provincia. Al no ser La Rioja un distrito único permite que la representatividad esté marcada por una fuerte territorialidad, enarbolada por líderes locales, de departamentos chicos y grandes, donde todos hacen valer el representante de su distrito, aún con menos votos de candidatos perdedores más votados de otros departamentos. Por ejemplo: el diputado del departamento Castro Barros accede a una banca a veces con menos de un tercio de los votos de un  candidato por el departamento Chilecito que por el sistema D’Hondt no logra ingresar. Si este sistema se implementara en la provincia como distrito único las minorías políticas podrían acceder a varias bancas en la legislatura.

El sistema de listas colectoras está instalado y naturalizado en el imaginario político de las fuerzas riojanas. Competir con el mismo sin cuestionarlo es un fuerte respaldo a los mecanismos oscuros y antidemocráticos planteados por el gobernador y se sector del Partido Justicialista.

Lamentablemente la decisión de las fuerzas opositoras, desde la izquierda a la derecha, se orienta hacia la competencia electoral aceptando las reglas del juego del sistema. ¿Existe alguna forma de cambiar esta realidad, aun con los tres poderes comprados por el gobierno? Seguramente hay muchas, que implican un replanteo de muchas prácticas relacionadas con el trabajo territorial, la movilización popular, la militancia diaria para construir opciones electorales desde abajo, con poder popular. La movilización popular ha parado la política megaminera en la provincia. Y pudo haber hecho tambalear la institucionalidad decadente del gobierno de Beder Herrera si el acampe quintelista hubiera confiado en ella en 2012. Sin amplios sectores del pueblo movilizados y con mecanismos de debate vinculantes al interior de los partidos políticos será muy difícil. Los cambios seguirán proviniendo de acuerdos entre estructuras o dirigentes para hacer continuar la máxima del ideario gatopardista: “Cambiar para que nada cambie”.

Imagen: riojalibre.com.ar

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