martes, 14 de mayo de 2013

Editorial: Represión sobre Famatina



La brutal represión a los habitantes de Famatina abre varias discusiones que tienen una deuda con la democracia y la dignidad. La conducta de la policía y el gobierno merece un riguroso debate de parte de todas aquellas organizaciones comprometidas con el cambio, es decir el abandono definitivo de los modelos económicos, las prácticas políticas y las formas de dominación que se quieren imponer por medio de la violencia.

El diario Página 12 del 4 de mayo del 2013 publicó una declaración del Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación Julián Domínguez durante la jornada sobre violencia institucional. El legislador afirmó: “En los últimos 12 años murieron 1893 personas en hechos de violencia institucional con participación de integrantes de las fuerzas de seguridad, y el 49 por ciento de estas personas murió por disparos efectuados por policías que estaban en servicio.” En Argentina ocurren 3 hechos de violencia institucional por día. El secretario de DDHH de la Nación declaró después de la represión del gobierno de Macri en el hospital Borda: “Ninguna fuerza de seguridad va a reprimir a un lugar si no hay un poder político que la envíe”.

Sin autocrítica el kirchnerismo reconoce las falencias en el marco de las reformas aplicadas con el objetivo de erradicar la violencia institucional.

El gobernador Luís Beder Herrera defiende la represión con un discurso que recupera ciertos atributos de la dictadura. Creo que obliga a diferenciar modos y concepciones diferentes dentro del peronismo. Desde el gobierno provincial hablan de “bandas de personas violentas”. El diferente, aún el opositor es clasificado con un léxico que parece sacado de los documentos de la doctrina de la seguridad nacional. Y cuando hablamos de la derecha nos referimos  precisamente a este tipo de conductas y discursos. Estén dentro o fuera del kirchnerismo. Es el discurso de la dictadura la defensa y justificación de la represión que han hecho periodistas como Muti Hidalgo y dirigentes políticos como Rodolfo Gaetán y Juan del Moral.  Es un hecho muy peligroso cuando desde una institución tan poderosa como el estado hay gente con la capacidad de defender la represión y elaborar un discurso justificador.

Creemos también que se equivoca el kirchnerismo riojano cuando el diputado Luna dice que “cuando la política abandona el escenario la que invade por lo general es la violencia, que es la sin razón”. Precisamente es la política, en la decisión del gobernador y el ministro de gobierno de reprimir, la principal protagonista de los hecho ocurridos en Famatina. Y esta es una característica del kirchnerismo en todo el país que sigue sin entender que la violencia institucional después de 30 años de finalizada la dictadura solo se eliminará con una decisión política del estado nacional, que como está escrito en la constitución de 1994 es el responsable ante el mundo de que en argentina nadie muera ni sea víctima de la violencia institucional. Desde 1994 Argentina ha hecho que tengan rango constitucional los pactos internacionales de respeto a los derechos humanos y el garante es el gobierno nacional. No se puede culpabilizar al estado provincial mientras el estado nacional no está decidido a asumir la decisión de erradicar la represión. Hay provincias en que la decisión de Néstor Kirchner de no reprimir la protesta social ha pasado de largo, es cierto, pero el único que puede hacer algo es el estado nacional.  El peronismo opositor a Beder Herrera peca de ingenuidad o mantiene una distancia cómoda que le permite no enfrentar de lleno el problema.

La provincia puede estar amenazada por la decisión del gobierno de reorganizar la provincia a favor de los grupos económicos multinacionales megamineros desplegando una estrategia de miedo, represión y violencia. Y no importa quiénes se interpongan en el medio. Los medios económicos de las empresas influyen en la decisión de arremeter contra los riojanos sin medir las consecuencias y el carácter vendepatria y cipayo de los funcionarios actuales está dispuesto a facilitarles las cosas.

Bajo el discurso de la gobernabilidad los que tienen el poder de empezar a solucionar el problema siguen sin hacerlo porque compran el cuento de que para poder gobernar hay que privilegiar los acuerdos con sectores mafiosos y vendepatria del justicialismo. 

Lo que ha sucedido el sábado en Famatina no es un hecho casual. Las fuerzas de seguridad poseen cierto grado de autonomía pero no el suficiente para armar un cordón de 300 policías y causar 20 heridos de bala de goma.  Estamos convencidos de que la represión debe suprimirse desde una decisión fuerte de aquellos que comprendan los límites de las reformas y tengan la voluntad de ir más allá. Mientras tanto la impunidad para generar violencia desde el gobierno provincial no tendrá límites, ni siquiera la vida de los habitantes de Famatina. Y mucho menos si las oposiciones continúan especulando electoralmente para defender o no causas que no son “ideológicas” como dijo el obispo en un rapto de estupidez, ni de ambientalistas, ni de izquierda ni de derecha, ni radicales ni peronistas sino de dignidad básica elemental.

2 comentarios:

  1. arriesgado la editorial,pero clara y es lo que hace falta

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  2. una editorial arriesgada, pero clara.Es lo que hace falta

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