lunes, 6 de mayo de 2013

Editorial: 10 años de kirchnerismo, muchos más de bederismo


A diez años de las elecciones que marcaron la llegada del kirchnerismo a la política nacional los pilares neoliberales que gobiernan históricamente provincias como La Rioja siguen intactos. Encontrar las alternativas y tomar riesgos electorales puede ser una forma de contrarrestar la constante afrenta de una realidad que nos supera por la fuerza.  

Como siempre desde nuestro medio nos llamamos a  editorializar sobre los hechos y sucesos que forman parte del espectro de noticias, es posiblemente una forma de hacernos cargo de nuestra línea de trabajo o un ejercicio que redunda sobre lo ya dicho pero que encierra un valor ético de identidad  y de lectura de la realidad en el cual podemos hacer pie.

Los temas que atraviesan a nuestra sociedad son muchos y variados, y resulta prácticamente imposible contenerlos en su totalidad, por eso es necesario destacar un orden en  el que podamos identificamos y un poco es eso lo que nos proponemos.

Mucho es lo que se ha escrito en este medio sobre la verdadera identidad del Gobierno Provincial, identidad neoliberal que logra mimetizarse en el proyecto nacional que dice encarnar la Presidenta, pero en el fondo los riojanos sabemos que el bederismo es más de lo mismo.

En los días que pasaron hemos sido testigos de una exhibición y sinceramientos en este sentido. La imagen del Gobernador operando con organismos internacionales de crédito marca en su faz pública el alejamiento del ideario del proyecto nacional del cual dice también formar parte. También queda claro el apoyo por parte de la Presidenta a un oficialismo local con doble moral,  un apoyo que marca las limitaciones  de la política nacional a las expectativas que guardamos muchos riojanos de una renovación política. 

27 de abril de 2003/13

A diez años de las elecciones que marcaron la llegada del kirchnerismo a la política nacional los pilares neoliberales que gobiernan históricamente provincias como La Rioja siguen intactos,  es una  realidad que inclusive pasa por encima a los kirchneristas de primera hora, pero sobre todo pasa por encima a un pueblo que con mas treinta años de gobiernos menemistas da claras señales de descreimiento y apatía. La imagen de Beder como referente de la actual política nacional está agotada y seguramente tendrá su correlato en el rechazo a las propuestas electorales que de él se emanen.

Lo complejo de las situaciones provinciales genera dudas sobre el alcance de un modelo nacional que roza sus límites, al menos en el debate público provincial.  Cuestiones como  el   extractivismo mega-minero,  o gestos de aval a un eterno gestor de liberalismo en muestra provincia como lo es Beder Herrera no hacen más que inclinar la balanza de opinión en contra. El bederismo no cuenta con el aval de los actores provinciales ni el consenso social necesario para imponer las políticas productivas de estado que  pretende e implican pasivos ambientales o poner en manos de privados, capital y garantías del pueblo como en el caso de las SAPEM.

En este punto, los límites de un supuesto Proyecto Nacional y Popular se hacen visibles y  chocan con una parte de su propio ideario.  La idea de disponer del Famatina para la explotación mega-minera; o de brindarle el aval político al Gobernador para  disponer del capital del estado y garantías del pueblo  para las SAPEM, neutralizan parte de de su imagen positiva.

Es cierto que  las alternativas capaces de superar las barreras electorales y  las contradicciones que empantanan a nuestra Provincia no abundan,  habrá que ver hasta que punto estas  alternativas son capaces de contener las expectativas del pueblo. Por diversos motivos las posibilidades de un arco opositor en el que todos puedan sumarse a esta necesaria renovación política es una realidad bastante lejana o al menos impredecible. Encontrar las alternativas y tomar riesgos electorales puede ser una forma de contrarrestar la constante afrenta de una realidad que nos supera por la fuerza.  

Por eso más allá de las noticias que causan indignación: corrupción en salud, negocios para pocos con las SAPEM, retorno a las relaciones carnales con el imperio, debemos decir que el peor de todos flagelos es no poder desplazar la vieja práctica política que aunque agotada nos sigue haciendo padecer.



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