viernes, 15 de marzo de 2013

Editorial: ¿Qué Papa tenemos?



La designación del nuevo Papa ha sobrevenido una avalancha de información, opiniones, alabanzas y críticas. Luego de la renuncia de Benedicto XVI adjudicada a sus problemas de salud, pero realmente fruto de la inmensa crisis que atraviesa la iglesia católica como institución, pocos eran los que esperaban un pontífice latinoamericano y menos argentino.


“Las mujeres son naturalmente ineptas para ejercer cargos políticos”… “El orden natural y los hechos nos enseñan que el hombre es el ser político por excelencia; las escrituras nos demuestran que la mujer siempre es el apoyo del hombre pensador y hacedor, pero nada más que eso” Jorge Bergoglio, Papa Francisco I. Fragmento de su libro “El verdadero poder es el servicio”. Editorial Claretiana 2007.

La designación del nuevo Papa ha sobrevenido una avalancha de información, opiniones, alabanzas y críticas. Luego de la renuncia de Benedicto XVI adjudicada a sus problemas de salud, pero realmente fruto de la inmensa crisis que atraviesa la iglesia católica como institución, pocos eran los que esperaban un pontífice latinoamericano y menos argentino. El pasado cónclave había dejado segundo en la votación a Bergoglio pero su nombre no se escuchaba como candidato en esta ocasión. La salida al balcón sin la capa púrpura y sin el crucifijo de oro fue interpretado por muchos como una nueva señal y signo de cambio para la iglesia.

 Pero no todo lo que brilla es oro y la iglesia, a pesar de su crisis, sigue siendo una de las instituciones con más poder. Bergoglio viene a continuar la labor fundamentalmente política de contención del avance de los pueblos, labor iniciada por Karol Wojtyla, agente polaco de la CIA, estratega en la lucha contra el comunismo en los países de Europa del Este y Joseph Ratzinger, ex miembro de las juventudes hitlerianas y expresión del ala ultraconservadora del Vaticano.  El papa argentino se ubica también dentro de las corrientes conservadoras de la iglesia a pesar de su supuesto enfrentamiento con Ratzinger y tiene como característica una fuerte inclinación a la política fundamentada con una sólida formación académica.

Además pesan sobre su historia la acusación de haber entregado a dos curas de su congregación a la dictadura militar, cuestión por la que declaró ante la justicia en el año 2010. Como presidente de la Compañía de Jesús de la Argentina habría quitado la protección a los curas Orlando Yorio y Francisco Jalics, quienes hacían trabajo social en la villa de Flores y fueron secuestrados en mayo de 1976, al inicio de la dictadura. Los curas en testimonios posteriores afirmaron que Bergoglio les había aconsejado abandonar el trabajo social.

Ya como Arzobispo fue uno de los principales enemigos de la sanción de las leyes de Matrimonio Igualitario y aborto legal, así como un operador político de la oposición de derecha durante el conflicto con el campo en 2008. En momentos que se debatía la ley impulsada por el gobierno de Cristina Kirchner el religioso llamo a luchar en “una guerra de Dios, es la pretensión destructiva del plan de Dios” refiriéndose la posibilidad de que las personas del mismo sexo puedan casarse ante la ley argentina.

Con un perfil de austeridad propio de la conducta de un jesuita, el Papa descartó su primer viaje en limusina por un colectivo a la salida de la capilla Sixtina. En palabras de Luis Baronetto ha sido una victoria de los jesuitas y los pastoralistas en relación al Opus Dei. Para el filósofo y teólogo Rubén Dry es “una mala noticia entre las malas noticias que esperábamos. Bergoglio expresa la concepción de iglesia que fue elaborada y construida por Juan Pablo II y Benedicto XVI. Va a ser un Papa de Tercer Mundo que legitima una iglesia que está en contra de los procesos de liberación tercermundista.”

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