miércoles, 9 de enero de 2013

Editorial: De milagros y creencias


Todos necesitamos un milagro o al menos necesitamos creer que son posibles. Lo necesita con urgencia el presidente Chávez  y su familia,  lo necesitan los venezolanos para conservar a su líder popular.   Chávez es el elemento de unidad de una gran diversidad progresista que camina hacia el socialismo. Lo de Venezuela es una realidad que ocupa la mente de muchísimas almas. Es que hoy más que nunca en su historia este proceso se esta poniendo a prueba. Militantes sociales y políticos,  que integran el cuerpo de ese proceso abierto en Venezuela, ponen a prueba la fuerza de sus construcciones y el alcance  de sus convicciones.


Necesitan creer que podrán seguir, necesitan en este momento confiar  que lo construido estará asegurado sin la presencia del líder bolivariano,  de hecho están demostrando que lo creen, lo creen  con una convicción  que solo  la inteligencia colectiva puede brindar. En esa línea apoyan su creencia millones de militantes sociales en America y el mundo,  que en este momento piensan y sienten con el pueblo venezolano,  y resisten al fantasma   de dispersión y de muerte que anhela y expresa la derecha global, dado que este proceso  gravita todo el continente.

Así es, a este sentimiento de creencia se llega por la convicción o por fe. Por la convicción que se adquiere mediante la observación y el estudio, o es la creencia pura a la que solo acceden aquellos con el don de la fe. Creencia como  un estado de la conciencia, o un mecanismo de supervivencia, pero creencia al fin.

En esa creencia transitan los argentinos que ven en este gobierno un proceso abierto para canalizar las esperanzas  hacia un país más justo, esperanzas que quieren desvanecerse ante los rancios jueces, que abiertamente  se muestran ajenos al avance democrático de la sociedad, y totalmente alejados del pueblo, o ante el aval de este gobierno para el saqueo de los recursos naturales, y el sacrificio del medio ambiente; Aún más  difícil de sostener estas esperanzas es  en las provincias,  donde los pilares del feudo siguen intactos, y  donde el liberalismo y las  injusticias muestran su cara más despiadada.

De la esperanza se nutre también el futuro de miles de productores ganaderos o agrícolas  de los  llanos riojanos,  esperando el milagro de la lluvia. Es  la fe que en estos días les permite seguir en pie, mientras el ganado se muere de hambre, soportando las sequías,  y las afrentas de sus  políticos.

Es la fe de una joven del interior, que en la galería de su humilde casa contempla una virgen llorar, y de eso se nutren sus días y se renueva su vida. Quizás creer en los milagros, es llegado el momento, parte de nuestro instinto, es esa cuota extra de vitalidad para aquellos que se mantienen en la lucha, la lucha que sostienen los que se animan a vivir, los que pelean contra una enfermedad, los que se aferran con  convicción a la justicia, y caminan hacia ella.

Es cuando la voluntad transita cuesta arriba, cuando la soledad nos pone cara a cara con nosotros mismos, es cuando los Allis  que sostienen el santo sobre sus hombros, cargan para nosotros su historia hasta el presente, es cuando  un campesino resiste la sequía,  cuando la convicción se sobrepone al miedo o a la tortura, cuando elegimos lo colectivo por sobre lo  individual, o el camino mas largo porque es correcto.


 En todos los casos es una cuota extra de voluntad, una forma  allanar el camino para los milagros. O es en el plano de las convicciones,  como dijo el Che,  “…pelear con media verdad contra toda una mentira”.




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