lunes, 22 de octubre de 2012

DÉJAME CREERTE


Por Félix Guerrero - La buena acogida de las autoridades legislativas al petitorio por el presupuesto y aplicación de LEY DE FOMENTO COOPERATIVO en la provincia, presentado por el sector cooperativo organizado en la Plaza 9 de Julio el pasado jueves, tiene implicancias muy comprometidas con la historia del cooperativismo en La Rioja y en el país. Si de Economía Social se trata, esta  forma de producción solidaria tiene más coherencia y futuro que las SAPEM.


La modesta muestra de productos elaborados  por personas en la exposición de la plaza 9 de Julio que han optado por convicción y necesidad por la forma de producción cooperativa, deja en evidencia la voluntad de trabajar sin ser una carga para el Estado  y sin ambiciones desmedidas, y la esperanza de poner en marcha en nuestra provincia a la única forma de producción capaz de salvar a la humanidad del desastre económico mundial producido por el capitalismo.

Para ilustrar un poquito a nuestros lectores sobre el tema, les cuento que desde muy temprano en la historia de la humanidad los valores de solidaridad, colectivismo y acción común han estado presentes en la organización económica de las sociedades, aunque no es sino hasta el siglo 19 cuando con la formulación de unos principios y una filosofía surge la doctrina del cooperativismo. El cooperativismo es democrático y promueve el uso de la propiedad sobre bases comunitarias y colectivas de servicio social y no personal. La práctica del  cooperativismo no es otra cosa que la práctica de la igualdad, la justicia, ayuda mutua, esfuerzo propio, honestidad, responsabilidad social, democracia, constructividad, sacrificio y solidaridad.  Las cooperativas han alcanzado grandes logros para la sociedad.

“El cooperativismo hizo su aparición en la Argentina en el último cuarto del siglo pasado, iniciado por los inmigrantes europeos que arribaron a nuestras playas, en nutridos contingentes, después de la Organización Nacional.

Desde el punto de vista jurídico, en el movimiento cooperativo argentino pueden considerarse dos etapas: una que va desde la aparición de los primeros ensayos de cooperación económica hasta el año 1926, y otra desde ese año hasta la actualidad.


El régimen legal y de fomento de las cooperativas en la primera etapa es lógicamente pobre: se reduce al con tenido de los artículos 392,393y 394 del Código de Comercio. La segunda etapa corresponde al periodo en que las cooperativas deben organizarse y funcionar de acuerdo con las disposiciones de la ley nacional 11.388 que establecía los requisitos.”

Volviendo al presente y a nuestra realidad riojana, sabemos que no es fácil encarar proyectos cooperativos en nuestra provincia. Hay resistencias muy feroces, tanto, que Monseñor Enrique Angelelli pagó muy caro el intento. El carácter eminentemente social y por ende político de este sistema de producción, había despertado la alarma de quienes estaban acostumbrados a crecer económicamente en forma desmesurada, ultra egoísta y cerrada.


Si se concreta en la provincia  un empuje fuerte y  decisivo del cooperativismo, se deberá sin duda a la incansable lucha del movimiento cooperativo provincial y a que nuestras autoridades han comprendido la proyección mundial del cooperativismo y han tenido la valentía de vencer a las viejas lepras del empresariado depredador y parasitario.

Nosotros, como medio de comunicación cooperativo, necesitamos con urgencia vital, creer en ello, alentar y promover la comprensión y buena voluntad del Gobierno Provincial y Nacional, pero guardamos la fe en el cajón del entusiasmo moderado.




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