lunes, 4 de julio de 2011

Dedicó 15 años de servicio a la comunidad costeña


Al conmemorarse hoy el Día Nacional del Médico Rural, EL INDEPENDIENTE, entrevistó al doctor Sebastián Hugo Lucca, quien hace 41 años dejó su Córdoba natal para aceptar el trabajo de médico rural del departamento Castro Barros, donde ejerció su profesión durante 15 años con profunda vocación de servicio.

A través de su narración anecdótica, el doctor Lucca realizó una descripción de cómo se ejercía la medicina entre 1970 y 1985, en el departamento Castro Barros, donde tenía a su cargo la atención de la salud de cinco pueblos costeños, con las vicisitudes propias de la época, marcadas por las condiciones socioeconómicas de los pueblos del interior y la precariedad con la que se debía ejercer la medicina y seguramente todavía se sigue practicando en muchos lugares del país y parajes más alejados de La Rioja. 

Lucca estuvo 15 como médico de zona del departamento Castro Barros. En 1985 se incorporó al servicio de cirugía del hospital Vera Barros y después pasó como jefe de Guardia Central, donde estuvo 8 años, hasta que se jubiló en 1996. Actualmente sigue atendiendo en su consultorio privado.

EL COMIENZO
 
"Trabajando en el Servicio de Cirugía del hospital San Roque de Córdoba, me entero por el doctor Marcos Romero (de Sanagasta), que todavía no se había recibido y estaba en mi mismo servicio, que había una vacante en La Rioja para unos pueblitos chicos de La Costa. Hacía poco que me había casado y me viene sin conocer. Llego a La Costa, me presento, la gente muy amable me recibe muy bien y me hace conocer la zona. Dejo los datos en Salud Pública y a los pocos días me llega un telegrama con el nombramiento como médico de zona", relató el médico, aclarando que en ese tiempo al médico rural se lo llamaba médico de zona. 

Era el año 1970, y con la especialidad de médico cirujano, aceptó el cargo de médico de zona. "La Costa tenía diez pueblitos y mi tarea era atender la salud de cinco pueblos, porque nos repartíamos con otro médico cinco pueblos cada uno. Teníamos que atender cada pueblo en forma permanente y todas la patologías", recordó el cirujano. 

Se brindaba atención de embarazada, control de vacuna, entrega de leche, atención por demanda a cualquier hora, "todo lo que se hace actualmente en la zona rural, con la desventaja que en esa época no había laboratorio ni rayos, era aplicar exclusivamente la clínica. En los casos que hubiera necesidad se llamaba la ambulancia y se los trasladaba a Aimogasta o la ciudad (esta capital), todo dependía de la patología, porque también Aimogasta tenía sus limitaciones", agregó. 

UN MÉDICO PARA TODO
 
Lucca enumeró los pueblos que tenía su cargo: "Las Peñas, Agua Blanca, Pinchas, Chuquis y Aminga. En todos esos lugares habían salitas de primeros auxilios muy precarias. Los pueblos eran chicos, de 200 a 300 habitantes, el más grande era Anillaco que puede haber tenido 500 habitantes.

Las rutas eran de tierra, hacía poquito habían puesto luz y el agua potable. Yo los visitaba una o dos veces por semana y cuando había una necesidad la gente iba a Pinchas a donde yo vivía".

Según narró, en los primeros años le tocó ir a atender partos a domicilio. "Después, cuando empezaron a funcionar los agentes sanitarios ellos hacían la pesquisa de los embarazos y tratábamos de que el parto sea en la sala. Actualmente los partos se hacen en un centro de mayor complejidad, porque siempre se corre el riesgo. En esa época no teníamos alternativa, el médico atendía el parto, se ocupaba de la criatura y cuando terminaba con la criatura seguía con la expulsión de la placenta, el médico hacia todo, no como ahora que llaman al neonatólogo".

Además indicó, que como médico de pueblo a cualquier hora te iban a buscar los pacientes. "A la noche cuando estaba acostado tenía el stress de no saber que es lo que iba a venir. En el silencio del campo, cuando sentía los vehículos, yo sabía que era porque me requerían en la sala pero no sabía con lo que me iba a encontrar, podía ser una mujer con trabajo de parto o un niño con laringitis aguda y el agravante que no teníamos siempre medicamentos. Había una farmacia privada que ayudaba a solucionar muchos problemas, pero dentro Salud Pública los medicamentos eran contados". 

"AGUANTAR Y SOBREVIVIR"
 
El profesional comentó que como tenía la especialidad de cirugía, en el hospital de Aimogasta, que era el de referencia para toda esa zona, también hacía cesáreas y otras cirugías como de vesícula, varices, hernia. "Prácticamente el 60 a 70 por ciento de las cirugías las hacíamos y nunca nos paso nada desagradable, eran muy pocos los casos que derivábamos", dijo.

Asimismo, en los horario que no correspondían a Salud Pública, "debido a que el sueldo no era como dedicar las 24 horas al sector público, atendía en mi consultorio a la gente con obra social. Las personas que no tenían recursos sabían a que hora buscarme, pero si había una urgencia de alguien que era indigente nadie se negaba a atenderlo, el médico de campo era así".

Los médicos de zona, "aguantábamos y sobreviviamos también por la actividad privaba. Los reclamos salariales siempre han existo y la falta de médicos sigue existiendo porque lo que ofrece Salud Pública como sueldo no es suficiente para ir a vivir al campo y pestar trabajando solo. En la zona de Castro Barros en ese tiempo éramos dos médicos que atendíamos toda la zona. Ahora el hospital de Anillaco tiene más de diez médicos, hay uno o dos en Pinchas y al estar un hospital permanente la actividad privada no existe y si el médico no tiene un buen sueldo no puede vivir bien", expresó, recalcando que nunca fue bien pagado el médico rural. 

"SALUD SE OLVIDABA DEL MÉDICO"
 
A su vez, indicó que la realidad de los médicos de esa época de la Costa era distinta, por ejemplo a la del médico que estaba en Alto Jagüé, totalmente aislado. "Son vivencias distintas, si bien yo estaba en el campo, una vez por semana venía a la ciudad, pero conozco médicos del interior que a lo mejor no venían a la ciudad durante meses, por las distancias estaban totalmente aislados". 

Según precisó, sería importante que se cuente con un programa de capacitación para el médico rural. "En esa época no lo había y creo que actualmente sigue sin haber. Salud Pública tendría que tener programaba una capacitación para el que se va a la campaña o un proyecto para que después de tantos años o cumplido un ciclo el médico se venga a la ciudad, si así lo quiere. En esa época, el médico se iba al campo y Salud Pública se olvidaba de lo que requería para cubrir sus necesidades, no le interesaba el futuro de ese médico".

"OTRA PREPARACIÓN"
 
Finalmente, expuso que la experiencia como médico rural de dio una formación diferente, "porque el médico hace hasta de psicólogo de la familia". Estando como jefe de guardia del hospital Vera Barros, "sin menospreciar a los médicos jóvenes de la ciudad, puede apreciar que el trabajo como médico rural te prepara de otra forma para encarar la medicina. 

A veces llegaba a la guardia un chiquito con un maíz en la nariz o un bichito en el oído y el médico de la guardia pedía llamar al especialista de nariz, garganta y oído y yo preguntaba por qué, si como médico rural estaba cansado de hacer este tipo. En la ciudad se sectoriza mucho, hago esto y no haga nada más que esto, en el campo no podes hacer así", concluyó el médico Sebastián Lucca. 

EJEMPLO DE VIDA
 
El Día Nacional del Médico Rural, fue instituido por la ley nacional 25.448, sancionada en junio de 2001, conmemorando el natalicio del doctor Esteban Laureano Maradona, un médico rural que nació el 4 de julio de 1895 en Esperanza, provincia de Santa Fe y murió en Rosario, el 14 de enero de 1995. 

Maradona, cumpliendo su tarea de médico asumió un compromiso con la denuncia de la injusticia y con la defensa y atención de los indígenas y los pobres. Fue un médico rural, naturalista, escritor y filántropo argentino famoso por su modestia y abnegación, que pasó cincuenta años en una remota localidad de Formosa ejerciendo desinteresadamente la medicina. 

Obtuvo su título de médico en la Universidad de Buenos Aires, en 1926, con diploma de honor. Durante sus estudios fue discípulo de Bernardo Houssay. Hacia 1930, se radicó en Resistencia, Chaco y en 1932 se fue a trabajar como voluntario en el Hospital Naval de Asunción, durante la guerra del Chaco. Llegó a ser director del hospital, sobre el final de conflicto. Desde 1935 y durante 25 años, vivió en Estanislao del Campo, un pequeño pueblito en el cual el tren que lo llevaba hacia Tucumán se detuvo para hacer un trasbordo de pasajeros. Allí se quedó a atender a una parturienta que se debatía por su vida y la de su hijo en un parto distócico en medio del monte formoseño. Allí se quedó motivado por las necesidades que observó. 

Durante todos esos años, Maradona no sólo atendió a los nativos sino que también estudió sus costumbres e incorporó a sus conocimientos los de la medicina tradicional de los indios. Su vida fue un ejemplo de lucha y altruismo. Ayudó a comunidades indígenas en todo aspecto: tanto económico como cultural, humano y social.

Fuente: El Independiente

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