viernes, 22 de abril de 2011

PASION 2

Sin vida, el cuerpo de Angelelli
Esta pasión que quiero contarles no presenta el rostro del Cristo de la cinematografía yanqui de Hollywood: ese sangriento rostro comercial del primer mundo tan espectacularmente castigado. Ojos azules, nariz recta, cuerpo longilíneo, que no tiene ningún parecido con los antiguos ni actuales habitantes de Palestina.

El rostro de Cristo que me encoge el corazón de tristeza en estos días de Abril...
, se parece en mucho a los palestinos pobres que mueren por los bombardeos de los modernos filisteos de Israel; a los niños pobres que mueren a toda hora y minuto en los países subdesarrollados de África, Asia, y América Latina. Se parece muchísimo al rostro de los niños de mi pueblo que no tienen casa, porque que las autoridades estrenan autos cero kilometro cada año.

Cada pobre del mundo carga su cruz hasta que muere, casi siempre, mucho antes del tiempo que le asigno  Dios sobre la tierra, para que unos pocos ricos salgan de minivacaciones en un día como hoy a exhibir sus cuatro por cuatro flamantes.

Jesús Cristo sufrió el dolor de la humanidad, y fue castigado y asesinado porque se reveló contra los mercaderes del templo y porque militó un mensaje de Paz y de Amor. 

Este día es propicio para una reflexión. Reflexionar sobre la traición. A Jesús lo persiguió el imperio y lo traicionó Judas, su amigo.

Sería bueno tener presente, en este tiempo,  que cuando recibimos las monedas del político corrupto, estamos traicionando a nuestro vecino sin trabajo; al  amigo que está enfermo y no puede pagarse los medicamentos; al pariente que tiene frio y no tiene casa; al joven que no tiene futuro; al viejo que no tiene consuelo. El que vende la salud y la soberanía de su pueblo, traiciona  sus compatriotas y traiciona  la doctrina de su fe.

La imagen del obispo Angelelli, asesinado a la orilla del camino, es el retrato del odio de los que lo mataron;  es el escarnio de los que lo difamaron y es el precio que pagan los justos por el que no puede o no quiere entender la verdad.

Creo que es más sano y virtuoso reflexionar sobre esto,  que comer pescado para no pecar de gula o sensibilizarse con películas sangrientas par sentirnos más cristianos.

Félix Guerrero

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